Yo soy el narrador. Convivo con la organización y los pensamientos
constantes. En mi espacio es dónde se generan los contenidos teóricos para
luego ser aplicados (o no) por el resto de los muchachos. Pienso, explico, digo
y vuelvo a pensar. Soy uno de los que más conversaciones tienen con el resto de
las partes. Me involucro mucho porque el proceso mental es muy rápido y
constante. Quiero entender todo. Quiero organizar las cosas y anticiparme a los
hechos. No quiero dejar nada librado al azar ni a la improvisación. Soy muy
metódico e incluso a veces se me superponen las ideas, las cosas que hago. Esta
sobrestimulación de pensamientos y razones entra en conflicto con uno de los
encargados de llevar a la práctica todo este marco teórico que aquí producimos.
Yo soy el buscador. El disconformista, el que se cansa
rápido de las cosas. Me gusta probar cosas nuevas, me aburre lo repetido. Odio
la rutina. Busco gustos nuevos en la comida, en la música, en el deporte y en
la estética normal de las cosas. Pocos proyectos me convencen de manera
tajante. Al principio todo me parece interesante, pero luego debo seguir
explorando otras alternativas. No me enfoco en nada fijo. Soy el más insistente
a la hora de planear viajes porque me encanta conocer lugares nuevos.
Yo soy el vago. Aplico la ley del menor esfuerzo. Me gusta
mucho dormir y odio todo lo referido al trabajo, al compromiso y a la
responsabilidad. Podría pasar la vida tirado en el pasto leyendo un libro y
escuchando música o en la cama mirando fútbol y series. No me gusta moverme.
Planifico todo con tal de tener las cosas a mano al momento de sentarme en
algún sitio. Para comer, por ejemplo, tener cerca la computadora, el control
remoto, el celular y no olvidar llevar sal, bebida, condimentos ni nada que me
hiciera levantarme más adelante. El solo hecho de imaginar algunos esfuerzos,
trayectos y recorridos ya me satura. Dejo las cosas por la mitad y soy el
responsable de que nunca triunfe la constancia en nada de lo que se proponga el
narrador.
Soy el festivo. Hablador, protagonista y eufórico. Tengo
mucha energía. Me encanta hacer reír a los demás. Amo cuando vamos en bicicleta
y exploto en fiestas, asados y cuando vamos a la cancha. Hablo más de lo que
pienso y no discrepo con nada. Todo me parece bien y muy pocas cosas me
molestan. Es raro que lleve la contra en algo o muestre explícitamente mi
disconformismo. Evito peleas y discusiones. Siento que no valen la pena. Soy
egocéntrico y suelo interrumpir a la gente cuando habla. Pero también escucho y
me involucro en las historias de las personas. Quiero ayudar, de hecho me
ofrezco muy enfáticamente para resolver problemas o situaciones que enfrente mi
círculo de amigos, familia y seres queridos. Claro, no siempre termino
cumpliendo porque el vago entra en disputa. Trato de tener buena cara siempre
para todo y estar bien predispuesto.
Yo soy el colgado. No aparezco muy seguido porque narrador
está en todo, pero cuando sí tomo el control pasan cosas grosas. Mis cuelgues
suelen ser muy grandes y generalmente pueden traer consecuencias graves. Nunca
exploté una casa ni causé daño a nadie, no me refiero a ese tipo de gravedad.
Sobretodo olvidar cosas importantes, fechas, objetos, personas…situaciones
críticas que deberíamos enfrentar todos y para mí pasan por alto.
Yo soy el soñador. Casi hermano del buscador, solo que él se
enfoca en cuestiones más concretas de búsqueda, más a corto plazo. Yo sueño con
un futuro donde todas estas facetas diferentes encuentren armonía entre ellas y
para con el mundo. Sueño con que se terminen algunas injusticias intolerables y
desaparezca la violencia. Dónde el ser humano pueda ver más allá de su propio
ombligo y ser más solidario con las personas que tienen más necesidades.
También sueño con glorias personales, realización personal y metas que hoy
encuentro lejanas. Imagino una vida con felicidad, rodeado de la gente que amo
y con mis deseos satisfechos.
Yo soy el depresivo. Miro hacia atrás y solo veo fracasos.
Siento miedo y vergüenza del qué dirán,
de cómo puedan evaluarme los demás. Me hundo y pienso en que soy un perdedor.
Las pocas cosas que logré fueron con ayuda, no por mérito propio. Soy muy
callado y reservado. Oculto muy bien mi depresión porque a festivo es fácil
engañarlo y siempre quiere ser el centro de la atención. No avanzo. Estoy como
paralizado, encerrado en mi propio foco. Me refugio en casa, donde siento que
nada puede dañarme.
Yo soy violento. Pocas veces salgo a la luz, solo cuando
alguna situación los desborda a los demás. Soy hiriente, sobre todo con la boca.
Logro hacer sentir muy mal a las personas a las que me dirijo. Puedo explotar y
tengo la fuerza para derrumbar una pared. Me mantienen a raya. Antes podía
tener el control total durante más tiempo o en mayor cantidad de momentos, pero
el idiota de pacífico fue muy fuerte. Logró enjaularme y son pocas las
oportunidades en las que puedo engañarlo.
Yo soy pacífico. Soy tranquilo y calmo. También transmito
paz a los que me rodean. Me fui desarrollando gracias a algunas experiencias
gratificantes que llenaron mi alma y mi corazón. Nos llenaron de una paz tan
grande que casi siempre me permite transmitirla a todos los demás integrantes.
Puedo pasar horas volando, contemplando alguna imagen o flotando con algún
pensamiento. También logro manejar situaciones difíciles y evitar problemas.
Estoy convencido que gracias a mi podremos alcanzar la felicidad.
Yo soy el romántico. Suelo enamorarme fácil de las personas
y de sus historias. Impulso el amor como la mejor forma de vivir. El amor como
la forma de vencer miedos y de romper algunas barreras. Me encanta dar cariño y
recibirlo. Soy tierno y apasionado. Soy constante. Estoy desde el inicio. Mis
formas más explicitas aparecen frente a mi pareja o mis familiares más
cercanos.
Yo soy el deportista. Intercalo etapas con vago, pero cuando
es mi turno lo aprovecho. Boxeo, natación, gimnasio, salir a correr, he hecho
de todo por nosotros. Sin duda los preferidos e inamovibles son la bicicleta y
el fútbol. Mi medio de transporte predilecto y mi gran pasión. Semanalmente,
recorro muchos kilómetros y juego mínimamente un partido. Disfruto mucho mi
estado pleno, una respiración fluida y un cuerpo resistente. Soy primordial
para llevar adelante todas las tareas a las que nos enfrentamos día a día. Soy
fuerte y efectivo. Si no estuvieran los idiotas de vago y depresivo podría
hacer grandes cosas con nosotros…
Yo soy el inconsciente. Mi tarea clave es lograr que todos
estos estratos sigan intercalándose sin que ninguno se defina. No suelen darse
cuenta de mi participación, salvo en determinadas ocasiones en las que el
narrador ahonda muy profundo en su mente. De todos modos, siempre termino
confundiéndolo, reprimiendo todos los intentos por sacar la verdad a la luz.
Vivo en sus conversaciones, en sus pases de mando. Puede ser que narrador sea
quien lleva el comando global de la situación, pero soy yo el que los controla
a todos. Mis deseos son desconocidos y mi accionar no puede detenerse.