En cuanto se levantó de la siesta, se dirigió a buscarla. No tenía idea qué iba a decir o cómo actuar. Ni siquiera sabía cómo llegar hasta allí.
Igual caminaba. Pensaba y caminaba. Dependía de él, y únicamente de él, que le abriera sus puertas. Y él la quería. Quería encontrarla y dedicar su tiempo a pasar la vida juntos. Despertarse junto a ella y ser lo primero que vea en la mañana. Admirar su belleza con cada bostezo y contemplar la escultura de sus articulaciones desperezándose. Tenía miedo. Muchos miedos, pero uno solo. Fue eso una de las cosas que lo despertó. Así que fue a buscarla. Viajó, recorrió barrios y no la vio. Fue a distintas ciudades y no estaba. Buscó por países, pero no encontró nada. Saltó por los diferentes continentes, fue al espacio, atravesó planetas, constelaciones y no. Ella no estaba en ningún lado de todo el universo. No dejó nunca de buscarla, así como nunca la encontró. Pero no estaba triste. Ya no tenía miedo porque nunca estuvo solo. Si bien en su búsqueda jamás apareció lo que buscaba, no se frustró. Encontró, en cambio, maravillas con las que nunca hubiera soñado y estuvo en lugares donde ningún hombre llegó jamás. Se topó con perversiones e injusticias. Conoció la felicidad y disfrutó de la paz que el sonido de su respiración le transmitía. Murió y volvió a nacer muchas veces. Fue humillado y alabado. Pero no, no la encontró. Entendió su búsqueda y pudo ver la magia escondida en el mundo, también sus miserias más grandes. Y lo que siempre encontró fue el deseo, el deseo de seguir buscando.
Mónica Tamara Ñantares
Qué lindo que es mirarte. Contemplar
tu inmensidad y darme cuenta que no soy nada. Soy diminuto y lo acepto. No
puedo competir contra vos. Me maravillás a cada instante. Tu piel, tus pelos,
tus enojos, tu sangre y tu alma. Tus siestas son mis aventuras. Junto a vos
puedo ser alguien. Tu fuerza se extiende en los lugares más recónditos del
planeta. Y te admiro. Sos vieja y sabia. Me enseñás y yo te escucho, te veo.
Que lindo que es mirarte.
Cancha de Fútbol
La noche fría amenazaba y el pueblo,
cansado, quería dormir. Pero ellos no. Eran jóvenes felices en busca de
diversión. Tocaban y cantaban en la canchita de fútbol. Y vaya si se divertían
tanto, que todas las estrellas del cielo se juntaron para verlos bailar.
El lago más grande del mundo
El movimiento del agua nos invitaba a
continuar. El frío quería incomodarnos, pero sólo por pura mala costumbre. Uno
nunca sabe lo que llega o lo que se va. Al menos hasta que llega o se va.
Nuestra vista no podía limitarlo. Con su gigantesca frazada, nos daba más vida
que la ya obtenida. Nos daba paz. Una tranquilidad tan física y mental que
hasta me avergonzaba no haberla sentido antes. La energía también hacía su
parte y nos encendía como leña seca. El viaje no termina aunque ya me haya
marchado. Con el agua del lago purificando mi ser, me voy, pero siempre para
continuar. Para contar, decir y admitir la inmensidad de esta maravillosa
fuente de vida y armonía.
Ver
Ríe, siente, goza, entiende, piensa,
actúa, corrige, esfuérzate, maravíllate, agradece, vive, camina, conoce,
brilla, alumbra, da, recibe, observa, escucha, contempla, llora, enorgullécete,
admira, esquiva, esconde, duda, decide, libérate, ríe, siente y ama. Destruye.
Indignación
Me fallaste. No sé cómo pude confiar
en vos durante todo este tiempo. Siempre sentí que teníamos una conexión
especial, y así lo decía, pero me equivoqué. Tu engaño me duele en lo más
profundo de mi ser. Es un dolor terrible, como si estuvieran disparándome. A
cada instante se hace más intenso ¿Por qué? Te lo di todo, te mimé y te di
siempre todos los gustos. Nunca me habías hecho algo así ¿Qué fue lo que
cambió?
Ahora estoy acá, sin saber que hacer,
sin poder dormir, comer, nada. Estoy atado a tu traición y no puedo salir. No
puedo. Aunque lo intente, aunque quiera rehacer mi vida, no puedo salir del
baño. Sentado en el trono mientras los minutos pasan y las imágenes terribles
que vos creaste torturan mi mente. Soy conciente que no es sólo una pelea. No
tengo más que decir que espero que todo vuelva a ser como antes.
Todos cantamos alguna vez y por alguna razón
Si sigo por aquí Mientras
tanto me escucho
no podré perderme Y lloro
Pero tampoco detenerme Y grito
Como si no hubiese tiempo, Pero no hablo conmigo
sin tocar el piso Si
alguien me escucha
sin soltar el aliento y
puede, o quiere, verme
No llego Venga
conmigo
Hoy tampoco lo vi, Dejemos
que la vida nos pruebe
fue decepcionante y
tratemos de gustarle
Debe estar atrás de eso, No puedo
enojarme más
sí, Esta
vez fue mi culpa,
mañana probaré allí pero no
es a mí a quien busca.
Mazunte
Veo,
el mar resplandeciente de salinidad pura, bella espuma
blanca que sana mis heridas. Las rocas milenarias que abrazan mi pisada con el
manto de su eternidad.
Escucho,
el rugir de la bestia y el abatimiento de su furia. Los
gritos del pueblo perdido, el estruendo de su conquista en la arena.
Pienso,
ato cabos sueltos que se alzan ante mí, modifico mi mirada,
las nubes se apartan.
Siento,
la vida corriendo tras las olas, el horizonte infinito,
basto.
Vivo,
el acto teatral, la destreza circense.
Viajo,
no me gusta el olor a pescado.
La sonrisa, la mejor forma de matar la tristeza
Ella lo supo al instante, antes de siquiera, aun, pensar en
eso. El gato estaba degollado, colgado del pizarrón. La inscripción en sangre
rezaba "niñas perdidas, síganme"
El horror inundó su rostro, fascinada. «Hay otras como yo».
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