domingo, 4 de agosto de 2013

Instrucciones para patear un penal

Cuando el bullicio del área comienza a tranquilizarse un poco y las protestas de los defensores rivales quedan ya sin efecto, acercarse a la pelota con una calma rítmica, que le demuestre a la hinchada que está confiado para convertir el gol, pero que al mismo tiempo no le haga pensar al arquero que tiene miedo.

Tomar la bola firmemente entre las manos y, llevándola a la altura del corazón, dirigirse hacia el punto blanco.  Este es el único momento en que observa el arco y escoge a qué sitio irá dirigido su remate. Nunca más vuelve a mirar hacia ese lugar. Aplastar el césped con el botín de su pierna más dócil y, no apoyarla, sino servirla en el sector del penal de manera tal que quede ubicada una mitad en el sector pintado del pasto y la otra mitad en el verde, siempre hacia adelante.

Levantarse sutilmente, pero usando la mayor cantidad de músculos posibles y sentir la brisa del viento sacudiendo su camiseta. Retroceder de espalda, siempre mirando al balón, con pasos firmes y largos. Con los pies a la altura de los hombros y las manos en la cintura, quedarse mirando al árbitro hasta que se acomode y esté listo para dar la orden. Retirar el brazo izquierdo de la cadera y dejarlo inerte en el aire. Mirar fijamente al arquero, sin ninguna expresión en el rostro, hasta escuchar el pitido del referí.

Levantar la vista hacia su hinchada y sonreír. Bajar la mirada nuevamente hacia el arquero, pero ahora con ojos amenazantes, como frunciendo el seño. Mantener siempre la vista en sus ojos. Apagar los oídos.
Deslizar el brazo derecho y, junto con la cintura, emprender la carrera. Una vez que el brazo derecho y el extremo derecho de la cadera se columpiaron hacia adelante, empezar a correr. El primer paso se da con la pierna que golpeará la pelota y es el encargado de la precisión y la firmeza en la pisada. El otro deberá encargarse de la velocidad.


Antes del momento de impactar el tiro, el brazo del lado que va a golpear la pelota debe bajar y el otro subir. El cuerpo debe columpiarse ligeramente hacia el lado opuesto al que va a rematar y el talón del pie encargado de arremeter contra la bocha deberá cortar el aire que hay entre el suelo y la nalga, para después impulsarse con extrema fiereza o sutil audacia hasta impactar la pelota.

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